8 de junio de 2006

llegué a esta casa cuando...

llegué a esta casa cuando las peras estaban naciendo en los árboles. cuando el jardín se manchaba de rojo de ciruelas parcialmente comidas por los colibríes. llegué cuando aún no venían las lluvias y había que solidarizarse con el pasto y los árboles organizando sesiones de riego cada día. ahora ha estado lloviendo, las ciruelas se acabaron, las peras están maduras y caen con un sonido grave y seco en el pasto (la casa tiene ecos incluso para esos sonidos), el jardín crece desordenado y me empuja hacia fuera, no me necesita más. empaco mis últimas cosas en las pausas de este libro y miro el cielo cada tanto, pero siguen las nubes presionando.

aprendo a esperar


aprendo a esperar, respiro.
tu lengua es una promesa que sellará mi boca,
tu cuerpo un destino cierto que reconozco letra por letra.
en mi boca no queda más que tu nombre,
en mi casa no existe más que tu ausencia.
ya no peleo con el tiempo,
aprendo a esperar, respiro.

1 de junio de 2006

ni tu amor era tan grande...


ni tu amor era tan grande ni la paciencia mi condena.
ahora que no me mata la espera, me mata el necesitarte.
tanto se dijo de ti, tanto planear juntos,
que me apuro a barrer mi casa, yo no quiero recuerdos tuyos.

fui tu vida más breve, tu amor eterno inconcluso;
fui todo lo que soñé que pude ser a tu lado,
todo lo fuimos,
todo se vivió en algún sitio,
pero no fui motivo y me duele perder lo que nunca he tenido.

ahora retomo las frases, me hago un nudo con el ombligo,
vuelvo a mirar lo que tengo, lo que nunca fue tuyo ni será de nuevo mío.

aprendo a amarte de a pocos, media de amor y media de olvido.
por si volvieras me quedo con algunos planes, con todo el valor,
pero tonto que soy, el daño lo olvido.