extendiéndolos
sobre la cama, disfrutándolos.
evito las
cronologías, las prioridades;
los revivo
como aparecen,
como les
apetece saltar de mi memoria.
a algunos les
da por convivir, por mezclarse;
así mi hija
juega conmigo de niño,
mis padres,
muy jóvenes, se saben viejos felices,
todos mis
amigos conviven atemporalmente,
nunca falta el
ron y a ninguno hemos llorado todavía.
en mi cabeza
existe una sola regla:
cada uno tiene
un lugar específico donde volver a instalarse.
si de día conviven
entre ellos a mí me da por escribir,
por platicar y
contar que alguna vez viví y fue bueno.
pero de noche
cada historia regresa a su contexto,
entonces es
que recuerdo líneas completas, escenarios;
los personajes
permanecen en su tiempo y todo es crudo y es real,
y es cuando
más aprendo.
por eso, si
alguien me preguntara en este instante "¿qué haces?",
yo miraría la
cama sonriendo para, sin pena, responder que sueño.