cada dos mil segundos
me invades, me carcomes;
muerdo un poco
de aire y calmo mis ansias con tus imágenes.
me dueles
desde tan lejos que cuando llegas es un dolor viejo;
apenas huele a
ti y ya en mis ojos se grita lo que no tengo,
me ruedan
verdes semillas de árboles en desuso.
inservibles
inexplicables
cada rama que
no tenga un columpio deberá ser removida
y pierdo en mi
decreto el brazo derecho,
pierdo también
la rama que hacía de puente entre tu alma y la mía,
y te veo
alejarte, incierta, espantada, a la deriva.
mi brazo aún
sangrante forma montañas,
abismos y
fuentes donde no los había.
hay un pequeño
grupo de gente que llega,
come mi carne,
siembra en mis venas.
soy columpio
del pueblo,
de tu alma y
de la mía.
1 comentario:
Donde la ausencia se hace presencia ...
Publicar un comentario